viernes, 8 de octubre de 2010

Bibliotecas públicas y HL

Me ha enviado Maria Filomena Gonçalves desde Évora una invitación para participar en la Jornada "Património textual e memória linguística: os acervos da BPE", que tendrá lugar en la Biblioteca Pública de Évora el 28 de octubre. Mis responsabilidades académicas me impiden asistir, pero la lectura del programa me ha hecho reflexionar sobre el patrimonio que ocultan nuestras bibliotecas y la necesidad de sacarlo a la luz.
Es un hecho que los catálogos de las bibliotecas públicas están informatizándose a marchas forzadas y eso facilita muchísimo las búsquedas. Pero, con todo y eso, hay aún muchas bibliotecas con interesantes fondos que no aparecen en ningún buscador, porque no todo está en el OPAC todavía.
En Valencia, sin ir más lejos, la llamada Biblioteca del Colegio del Patriarca (en la foto) conserva una gran cantidad de obras impresas y manuscritas, muchas de las cuales aparecen en el Catàleg Col·lectiu del Patrimoni Bibliogràfic de la Comunitat Valenciana. En Palma, su Biblioteca Pública alberga más de 6000 obras escritas entre 1700 y 1800. La Biblioteca Pública de Girona tiene un maravilloso fondo antiguo y un servicio de reprografía eficaz y barato (te envía copias de los textos que solicites y sólo te cobra (atentos) unos 5 euros por gastos de envío). Eso por no hablar de las bibliotecas de Academias (la de Buenas Letras, en Sevilla, por ejemplo), colegios (los Escolapios de Valencia tienen una maravillosa biblioteca en la c/ Carniceros en la que guardan a Nebrija, entre otros miles), Sociedades, etc.
Visitar una biblioteca siempre es estupendo. Encontrar una gramática antigua y pasar unas horas inmerso en su exploración, rodeado por el ambiente silencioso, roto solo por el sonido del papel al deslizarse una hoja sobre otra... Eso, al menos para mí, es un placer.
MJGF

2 comentarios:

  1. ¡Ay, no te falta razón! Hay muchísimos fondos en nuestras bibliotecas que permanecen sumidos en el olvido, que ni la informatización del catálogo de las bibliotecas (ni la escrutadora mirada de Google) han sacado aún a la luz. La biblioteca de la fotografía es una verdadera maravilla; dan ganas de ir allí y olvidarse de que existe algo que los hombres llamamos tiempo.

    Un abrazo.

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  2. El caso es que yo nunca he estado en esa preciosa biblioteca; cuando voy, siempre acabo en una sala de investigadores bastante escabrosa rodeada de estudiosos de la historia de la música que manejan enormes partituras amarillentas...
    Pero la de la Nave (la sala Pérez Bayer), me compensa: maderas oscuras, estanterías del suelo al techo, enormes ventanales, catálogos manuales de cajoncitos con fichas manuscritas...
    MJ

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